DUELO POR FALLECIMIENTO DE UN HIJO
CANTO CUANDO NO ENTIENDO
Escrito por Nancy Honeytree Miller
Escribí un canto que se llama “Yo voy a creer.” Esta es mi manera de expresar Romanos 8:28,
“y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, a los que conforme a su propósito son llamados.” (RVR1960)
Este canto entra en el pensamiento y se queda en lo profundo de la memoria, cuando viene una crisis, regresa a tu memoria para que así puedas proclamar tu fe en la palabra de Dios. Es de ayuda especialmente cuando no puedes imaginar cómo Dios va sacar algo bueno de la pérdida por la cual estás atravesando.
Escribí este canto en el otoño del 1993, una tarde mientras lavaba las vasijas. Dije, “Señor dame algo que me ayude a poder terminar de lavar estas vasijas.” Empecé a cantar en inglés porque aún no sabía mucho español,
“Yo voy a creer que algo bueno vas hacer, yo voy a creer que algo bueno vas hacer. Al no entender lo que Tú haces en mi ser yo voy a creer que algo bueno vas hacer. Yo nunca te desampararé ni te dejaré. Por el fuego yo te llevaré, eso es lo que dices. Por eso cuando no contestas como yo quisiera yo voy a creer que algo bueno vas hacer.”
Este día fue especial para mi esposo, J.R. Miller, y yo porque teníamos huéspedes misioneros en nuestra casa, Ruth y Víctor Martinez. Ellos tradujeron el canto al español y lo llevaron a las Iglesias Centros de Fe, Esperanza y Amor en México donde se convirtió en uno de los favoritos.
Para mí, el canto tuvo significado, al principio. Pero en el otoño de 1994, se convirtió en algo más profundo. ¡J.R. y yo habíamos estado casados por 4 años y ahora yo estaba embarazada! Todo parecía ir bien con el embarazo, pero, en el quinto mes los exámenes médicos indicaron lo contrario. ¡Un shock terrible! Nuestro bebé no tenía esperanzas para sobrevivir, puesto que tenía un trío de cromosomas 18, esta es una condición que causa severos daños.
Aun en nuestro quinto mes de embarazo, J.R. y yo ya estábamos enamorados de nuestro hijo. Las noticias de su condición quebraron nuestros corazones y nos trajo duelo y lágrimas. Uno o dos días después de recibir este diagnóstico devastador, la hermana Ruth me llamó de México, diciendo “Nancy, ¿qué está pasando? ¡Tuve un fuerte sentido que debía de llamarte!” Le dije lo que los doctores me dijeron y ella no me dijo nada, solo empezó a cantar lentamente dejando que cada palabra entrara en lo más profundo de mi corazón.
“Yo voy a creer que algo bueno vas hacer, yo voy a creer que algo bueno vas hacer. Al no entender lo que Tú haces en mi ser yo voy a creer que algo bueno vas hacer.”
Las lágrimas rodaban sobre mis mejillas. ¡Fue mi propio canto pero ahora yo lo necesitaba desesperadamente! No había manera en que J.R. y yo pudiéramos entender lo que estaba pasando – pero nos aferramos al canto. La verdad es que Dios haría algo bueno. También fuimos apoyados por las oraciones de la familia de Dios.
Cuando nació nuestro bebe, él vivió 2 horas y fue a la presencia de Dios. Aunque esta experiencia fue devastadora, la intensa presencia de Jesús con nosotros fue dulce y preciosa. Y – eso no fue el final de la historia. Dos semanas antes que nuestro hijo, “Little J.R.”, muriera mi doctor me llamó diciendo que un bebe estaría disponible para poderlo adoptar como 3 meses después. Por 3 meses, yo saque mi leche materna con una bomba y cuando nació William, nuestro hijo adoptivo, pude amamantarlo.
Dios hizo algo bueno.
J.R. y yo disfrutamos el crecimiento de nuestro hijo, Will. Él fue amable, fuerte, atleta, y divertido. Nuestras vidas han sido ricamente bendecidas al ser sus padres. También ha sido un gran desafío criar a William, él tiene una voluntad y un temperamento fuerte.
El tiempo avanzó rápido, en el año 2018 cuando Will tenía 22 años. Mi esposo, J.R., tuvo un paro cardíaco congestivo. A pesar de esto él vivió al máximo, trabajando tiempo completo, ayudando a muchos ministerios con sus necesidades técnicas, planeando jubilarse para predicar el evangelio. Aunque su corazón luchaba, su mente se enfocaba en vivir. Pero, el 15 de mayo de 2018, J.R. sufrió un infarto y fue a estar con el Señor.
Yo había experimentado el duelo cuando nuestro bebe “Little J.R.”, murió, pero el dolor por la pérdida de mi esposo fue como ningún otro dolor. Parecía que me desconectaba del mundo alrededor de mí. Sentí como una fiebre radiando a través de mis huesos. Fue como si J.R. y yo estuviéramos en un avión que se desplomó. Él murió y yo salí caminando, pero traumada.
Cuando J.R. murió, yo tenía 66 años y había estado caminando con el Señor por unos 50 años. Mi nivel de madurez me ayudó a manejar las emociones y a procesar el duelo. Me uní a un grupo de apoyo que se llama” Grief Share” en mi iglesia. Aprendí muchas cosas que me ayudaron a procesar el duelo. Ojalá que yo hubiera podido caminar en paz en el valle de la sombra de muerte, solo yo y mi buen Jesús. Pero aún tenía el duelo de mi hijo que enfrentar. ¡Me encontré atrapada en la montaña rusa de sus emociones!
Will aún no era adulto maduro cuando falleció su papi y tampoco había desarrollado una relación fuerte con Dios. Sufría por tendencias de ira y conducta riesgosa. Todo esto empeoraba en su proceso de duelo. Para no sentir la pérdida de su papi, tomaba alcohol o fumaba marihuana. Esto causó problemas con su esposa, sus amigos, y sus jefes de trabajo. ¡Yo vivía sobre una montaña rusa por el estira y afloja emocional de mi hijo! ¡En ese tiempo el Señor me enseñó a cantar cuando no podía entender!
Un día, al leer mi Biblia, reconocí mi montaña rusa de emociones. “¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? 8 Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí.” (Salmo 139:7,8 NVI)
¡El Señor está conmigo en mis altas y mis bajas y en medio de todo lugar! El Señor empezó a instruirme al reconocer cuando estaba en un punto bajo emocional. Muchas veces los bajones emocionales venían junto con las malas noticias de otro desorden que Will había creado. De hecho, vivía en un estado nervioso esperando el próximo drama. “¿Otra vez, hijo? ¿Y ahora qué?” Empezaba a sentir resentimiento profundo hacia el Señor, “¿por qué me estás permitiendo pasar por tal pesadilla cuando estoy tan débil?”
Aunque no podía controlar el tempestuoso duelo de mi hijo, el Espíritu Santo sí me pudo enseñar a reconocer cuando yo estaba en un punto bajo, al admitir mis sentimientos honestamente delante del Señor, y luego cantarle a Él, “Señor Te adoro. Eres digno. Canto Tus alabanzas. Estás sentado sobre el trono de mi ser.” Le pedí al Espíritu Santo que me recordara cuando me sentía angustiada, que solo necesitaba hacer una pausa, admitir mi angustia emocional, y adorar al Señor quien siempre es digno de alabar.
Después de un ratito de adoración, ya tenía yo una nueva perspectiva celestial y podía poner a mi hijo en las manos de Dios a través de la oración. Él pasó un tiempo muy difícil pero ahora está definitivamente tomando mejores decisiones. Creció mi confianza en el amor de Dios por Will y empecé al ver que él estaba progresando en su proceso de duelo. La realidad era que yo era una viuda reciente, debilitada por mi propio trauma, pero por encima de esto, tenía que lidiar con el drama del duelo de mi hijo. ¡En este drama sobre drama – el cantar me ayudó a sobrevivir!
Estudios publicados en el US Journal of Behavioral Medicine, dicen que el cantar mejora el sistema inmunológico, mejora el humor, aumenta la energía, fortalece los pulmones, estimula la circulación, aumenta el oxígeno que tomamos, y suelta la tensión muscular. No debe sorprendernos que el Señor nos anime a cantar. ¡Él creó el canto para traer gloria a sí mismo y llevarnos a la sanidad!
La biblia menciona el cantar no menos de 64 veces. Salmos, el libro de canciones de la biblia nos dice “Cántenle una canción nueva; toquen con destreza, y den voces de alegría.” (Salmo 33:3 NVI) En el antiguo testamento, en la historia de Josafat, los cantantes fueron enviados delante del ejército, y cuando cantaron “Den gracias al Señor, su gran amor perdura por siempre,” los enemigos fueron tan confundidos que se destruyeron unos a otros. (2 Crónicas 20:21-23) En el nuevo testamento nos dice que Pablo y Silas cantaban himnos de alabanza a Dios mientras estaban en el cárcel, vino un gran terremoto que sacudió tanto el lugar que a los presos se les soltaron las cadenas y el carcelero recibió a Cristo en su corazón. (Hechos 16: 25-33) ¡El cantar está lleno de poder espiritual!
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Hoy, te animo a tomar una decisión. Cantar alabanzas si tus emociones están altas o bajas. Creo que cantar al Señor es una forma saludable de procesar nuestro duelo, sin importar lo volubles que sean nuestras emociones. Cuando adoras al Señor con una canción, estarás entrando en Su gloriosa presencia. Así encontrarás fuerzas nuevas para tu jornada.
Preguntas de reflexión.
1 ¿Te ha recordado el Espíritu Santo de un canto que ha levantado tu ánimo durante tu duelo?
2 ¿Quisieras pedirle al Espíritu Santo que Él te recuerde cuando estás en un bajo estado de ánimo, que puedes adorar a Jesús y proclamar Su gloria? Toma unos momentos para orar acerca de esto.
3 ¿Tienes algún miembro de tu familia que está procesando la pérdida de tu ser amado de una manera destructiva para ti y para los demás? ¿Quieres que oremos por ellos?
4 ¿Estás procesando la pérdida de tu ser amado de una manera destructiva? ¿Podremos orar por ti?