Duelo por fallecimiento de cónyuge

DUELO al CONSUELO

 

¿SE VALE LLORAR?

Es domingo, son las 6 de la tarde. Abro la puerta de mi recamara para volver a enfrentar la realidad desgarradora de que mi compañero de 48 años jamás regresará; su lado de la cama siempre estará vacía, ya no ocupará su sillón favorito en la sala, y esos sueños de envejecer juntos no se harán realidad. Teníamos en puerta un viaje de ministerio que duraría 3 meses. Surgen tantas preguntas. ¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? ¿Qué será de mí? ¿Cuándo acabará este dolor tan agudo e intenso?

Mi mente se remonta 36 y 34 años hacia atrás cuando experimenté la pérdida de mis padres en un periodo de 2 años. El dolor era profundo, pero tenía a mi esposo quien me consolaba, tenía a mis 5 hijos que demandaban mi atención y el ministerio. En ese tiempo nos decían “tienes que ser fuerte”, y no era bien visto llorar. Ahora me encuentro sumida en el dolor más profundo por la partida de mi esposo, mi amado, mi protector, mi proveedor, quien me hacía reír todos los días, quien me abrazaba, quien me animaba, mi mejor amigo, quien me conocía y con quien podía LLORAR. Me llega un diluvio de lágrimas al experimentar el dolor intenso de la “partida” de quien fue “uno” conmigo.

Ahora ¿qué sigue? Ahora ¿quién soy? Al pasar las semanas la realidad de mi “nueva normalidad” como viuda me pegaba con mayor intensidad y veía que nadie me comprendía. No hubo quien me diera la bienvenida al “club de las viudas”. ¡Qué dolor tan desgarrador e inexplicable! ¿Cuánto tiempo durará este valle de lágrimas? ¿Cómo se atraviesa este valle de lágrimas?

Ahora me encuentro como mujer sola, desprotegida, vulnerable. Me siento sola. Todo lo seguro y el futuro parecen tan oscuros. ¿Qué voy a hacer? ¿Quién soy? ¿Para qué estoy aquí? ¿Qué puedo hacer? ¿Se acabó mi propósito en la vida? Siento que mi corazón está hecho pedazos. Ya no somos pareja y discretamente comienzan a desaparecer las amistades que tienen a su pareja.

 

¿SE VALE LLORAR?

¿Cuánto tiempo más habrá dolor, lagrimas, enfermedad y muerte? Vemos que mientras estamos aquí en la tierra vamos a llorar. Atravesaremos el valle de lágrimas y solo en la Eternidad llegará el momento glorioso cuando Dios mismo limpiará cada lágrima de nuestros ojos.

Luchaba con las preguntas ¿se vale llorar? Si tengo a Dios Padre, Dios Hijo y Dios, Espíritu Santo, ¿se vale llorar?

Jesús, como Hijo de Dios e Hijo del Hombre es el único que nos puede comprender en TODOS LOS MOMENTOS DIFÍCILES de nuestra vida. En Juan 11 encontramos que JESUS LLORÓ, se conmocionó profundamente. Aunque Jesús sabía que iba a resucitar a su amigo Lázaro de los muertos, primero tomó tiempo para llorar y sollozar junto con María y Marta.

Mi oración es que en estas palabras encuentres consuelo en tu angustia de alma y puedas consolar a alguien más. ¡Nos inundan lágrimas de remordimiento! Nos inundan pensamientos de culpabilidad y resentimiento, si tan solo no hubiera dicho; si tan solo hubiera dicho o hecho.

 

¡Hay tiempo de llorar! Es de mucho consuelo y fortaleza en tiempo de dolor saber que Dios nos dice en su Palabra: “Tú llevas la cuenta de todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro”. Salmos 56:8.

 

El Salmo 139 nos habla de un Dios tan personal que nuestra mente ni lo puede concebir. Te invito a transcribir el Salmo 139 en primera persona, para afirmar que Él está pendiente en cada detalle de nuestra vida, aun desde que estábamos en el vientre de nuestra madre. Él tiene enumerado nuestros cabellos, Él ha juntado en un frasco todas nuestras lágrimas, Él escucha el más profundo de nuestros suspiros. 

Descubrí que de los 150 Salmos en la Biblia, más de 50 son de lamento, sollozo, llanto y clamor. En el Antiguo Testamento se hacía luto y se tenía tiempo de duelo. 

La Biblia dice que Jesús mismo, quien comprende todas nuestras debilidades, fue tentado en todo, pero sin pecado. “El cual, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído por su temor reverente”. Hebreos 5:7.

¿Cómo he llevado mi dolor estos casi tres años? ¡He llorado profunda e intensamente! He llorado delante de mis hijos y mis nietos y lo único que ellos pueden hacer es abrazarme y llorar conmigo. Al llorar fuerte e intencionalmente descansa mi alma. He encontrado que Dios es Dios de todo consuelo en todas nuestras aflicciones.

Al cumplir 6 meses de viuda, entre lágrimas y sollozos pude levantar mis brazos para decirle a Dios, “gracias por llevarte a mi esposo; gracias por dejarme viuda”. Esta expresión liberó mi alma de la angustia y tristeza. Pude decir: Tus planes y propósitos son perfectos, aunque no los entenderé este lado de la Eternidad.

 

Una de las bienaventuranzas dice: “Bienaventurados los que LLORAN porque ellos recibirán consolación. En Romanos, el Apóstol Pablo nos da la orden de “llorar con los que lloran”. Muchas veces no sabemos llorar con alguien más, porque el tema del duelo es casi como un tema que no se habla. 

Quiero animarte a llorar bien. Llora larga, intensa y profundamente. La sociedad nos dice que “llorar” es señal de debilidad, especialmente entre los varones, a quienes desde niños les decimos que “los hombres no lloran”. 

He descubierto durante este tiempo y para mi sorpresa, que cuando de repente siento que me quiere dar gripe o doler la cabeza, o siento como si me hubiera atropellado un tren, lo único que me hace falta es llorar bien. ¿Qué hago para llorar bien? Pongo canciones como “Yo te extrañaré” y lloro desde lo más profundo de mi ser con sollozos que salen desde mis entrañas hasta que ya no puedo llorar más. 

Llorar no tiene efectos secundarios adversos, al contrario: libera el exceso de tensión, reduce la presión sanguínea, favorece la relajación muscular y tiene un efecto sedante y antidepresivo. Después de llorar, de forma natural, la mayoría de las personas afirman sentirse mejor.

 

Dice la Biblia que “Por la noche durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría”. Salmos 30:5.

 

EL POR QUÉ DE LAS LÁGRIMAS

En este mundo temporal, probablemente nunca sabremos el “POR QUÉ” de las tragedias, muertes, enfermedades, traiciones, desastres y todo aquello que nos produce un dolor profundo y desgarrador.

Pero sí hay un “PARA QUE” en 2 CORINTIOS 1:3-5 que dice: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de TODA CONSOLACIÓN. El cual nos CONSUELA en TODAS nuestras tribulaciones, PARA QUE podamos también nosotros CONSOLAR a los que están en CUALQUIER tribulación, por medio de la CONSOLACIÓN con que nosotros somos CONSOLADOS por Dios. Porque de la manera que ABUNDAN EN NOSOTROS LAS AFLICCIONES DE CRISTO, así abunda también por el mismo Cristo nuestra CONSOLACIÓN”.

Quien nos conforta—consuela y anima—en cada dificultad, calamidad y aflicción PARA QUE nosotros también podamos dar confort (consuelo y ánimo) a los que están en cualquier tribulación, dificultad o angustia con el mismo consuelo y ánimo con el cual nosotros somos confortados—consolados y animados—por Dios. 2 Corintios 1:4, Versión Amplificada. 

Entre lágrimas puedo decir que “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados”. Romanos 8:28.

Viendo hacia atrás, cuando fallecieron mis padres llegué a conocer a Dios en otra dimensión como Padre tierno, cariñoso, rico, perfecto, quien me ama profundamente como hija.

Ahora que falleció mi esposo, he conocido al Espíritu Santo como Consolador. Alguien que está a mi lado como mi consejero, mi guía, mi intercesor, mi ayudante y por si faltara algo, es mi “standby”.

 

Solo Dios sabía cuántas personas fallecieron en los años 2020 a 2022 y cuántas personas necesitan consuelo en medio del dolor. He decidido abrazar mi propósito ahora como viuda y CONSOLAR con el CONSUELO que he recibido de Dios.

Tuve PROPÓSITO como soltera, tuve PROPÓSITO como esposa durante 48 años, tengo PROPÓSITO como madre, abuela y bisabuela, y ahora tengo un PROPÓSITO como viuda cuando se hacen palpables en mi vida las palabras de Isaías 61:1: “El Espíritu de Jehová está sobre mí por cuanto me ha enviado a sanar al quebrantado de corazón”.

Espero que mi experiencia te ayude a saber que tú también puedes encontrar el consuelo que Dios da y el propósito que tiene para ti en esta etapa de tu vida. Quiero animarte a llorar hasta que encuentres descanso en tu alma. Llora profundamente, intencionalmente y largamente. La Biblia nos anima, El llanto puede durar toda la noche, Pero a la mañana vendrá el grito de alegría. Sal. 30:5 NBLA

RUTH OST VIUDA DE MARTÍNEZ
Preguntas de reflexión

 

  1. ¿Qué haces cuando eres confrontado con los pensamientos de culpa al llorar? ¿Por qué te sientes culpable al llorar?

 

  1. ¿Has tomado tiempo para llorar? Considera el Sal. 56:8 Tú llevas la cuenta de todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro. NTV

 

  1. ¿Has permitido que personas de tu confianza, lloren contigo? ¿Has permitido que te abracen?

 

  1. ¿Cómo te sientes respecto a dar gracias a Dios por la perdida/s que has experimentado?

 

  1. ¿Alcanzas a ver un “nuevo propósito” surgir de tu duelo?